'¿Y qué medía, a la postre?, me pregunto yo', se preguntaba el hombre de mi ciudad; sí, era esa la interrogación principal, 'si sería el tiempo que llevaban muertos; o era -la cuenta hacia abajo, como se lleva ahora- el tiempo que faltaba para el juicio final. Si eran las horas de soledad ¿contaba las ya pasadas o las que quedaban por pasar? Jamás reloj alguno -y tan humilde- me pareció mejor situado, mayor motivo de meditación. Pensé, con cierta sorpresa, que un culto qu eha puesto tal acento sobre ese tiempo precario de la espera, no se ha preocupado -hasta aquel que colocó este reloj- de conceder al alma el alivio que supone la medida de su congoja; pues si el alma espera la resurreción de la carne, ¿qué mejor que el reloj para proporcionarle el cómputo no tanto del tiempo que todavía ha de esperar, sino del que ha esperado ya?'. [...] ' en ese sentido' apostillaba el viajero, 'ese inquietante reloj despertador es el único deus ex machina que permite la celebración del misterio, en ese saloncito confortable y atufado, del diálogo entre el vivo y el muerto'. Y no había más comentarios, o bueno, sí; como es preceptivo tras estas incursiones en el tiempo fantasma o en el tiempo muerto, el viajero volvía un momento al vivo antes de despedir su texto y recordaba cómo 'ya saliendo', le había hecho estas dos preguntas a uno de sus acompañantes (alguien con personaje de Edgar Poe, por cierto, un tal Valdemar, nada menos): 'Y si suen apor las noches? ¿Y si se rebullen los que allí duermen?
Tu rostro mañana. 2, Baile y sueño, de JM, p. 252-253
lunes, 1 de octubre de 2007
domingo, 30 de septiembre de 2007
LA PISTA DE LA CITA DE JB EN EL LBRO DE JM
Seguimos buscando; encontramos en Baile y sueño:
'Aparte de eso, a mí me parece que es el tiempo la única dimensión en que pueden hablarse y comunicarse los vivos y los muertos, la única que tienen en común', esa era la cita exacta, como comprobé en Madrid más adelante, que de manera aproximada yo había musitado ante Wheeler [...] Nunca la he comprendido bien, esa cita, y Wheeler, que acaso habría podido con su saber más largo, no me la escuchó o no me quiso hacer caso, o tomó por mías y desdeñó esas frases que no eran mías sino de otyro mñas respetable, eran de un muerto cuando habló de vivo, las había escrito en 1967 y había muerto en 1993, pero ahora estaba tan muerto como el poeta Marlowe [...] que había estudiado en Bene't's College [???]'
Hablaba más o menos de eso quien escribió esas líneas cuando las escribió, era un compatriota mío, o más aún, un hombre de mi ciudad [...] Visitaba en un viaje a Lisboa el cementerio frondoso de Os Prazeres [...] y se iba fijando en los saloncillos escuetos que a través de una puerta cristalera pueden verse parcialmente en el interior de esos sepulcros, com 'unas sillas, o dos pequeños sillones tapizados frente a un velador cubierto por un mantón de encaje donde jay un libro abierto, de lecturas piadosas, la fotografía del difunto en un marco de plata, un bçucaro conunas flores inmarchitables y, en ocasiones, un cenicero'. En uno de esos saloncitos, 'que quieren ser acogedores', el viajero vió un par de zapatos, unos calcetines y un poco de ropa sucia asomando por debajo de uno de los ataúdes; en otros, unos vasos, y en otro, creía, un juego de naipes. 'A mi parecer', escribió mi paisano al respecto, 'semejante décor no tiene otro objeto que infundir un carácter familiar, habitual y confortable a la visita a los muertos, para que ésta no sea muy distinta de la que se hace a los vivos' [...]
Pero [...] descubrió 'un reloj despertador, de aquellos que se veían en las cocinas del tiempo de nuestros padres, con su campana en casquete esférico y dos pequeñas bolas por patas' [...] '¿Era
', se preguntaba, 'que, como los enterrados vivos de Poe, trataba de hacer saber al mundo de los vivos el macraboolvido que lo dejó allí ? ¿O era que para hacer llegar la medida del tiempo a aquellos sordos que lo rodeaban necesitaba ese timbre exageradp'. Y a continuación netraba en la materia fundamental, en la verdadera cuestión suscitada por aquel anticuado reloj, en apariencia el más inútil y superfluo despertador:
Tu rostro mañana. 2, Baile y sueño, de JM, p. 249-252
Continuará...
'Aparte de eso, a mí me parece que es el tiempo la única dimensión en que pueden hablarse y comunicarse los vivos y los muertos, la única que tienen en común', esa era la cita exacta, como comprobé en Madrid más adelante, que de manera aproximada yo había musitado ante Wheeler [...] Nunca la he comprendido bien, esa cita, y Wheeler, que acaso habría podido con su saber más largo, no me la escuchó o no me quiso hacer caso, o tomó por mías y desdeñó esas frases que no eran mías sino de otyro mñas respetable, eran de un muerto cuando habló de vivo, las había escrito en 1967 y había muerto en 1993, pero ahora estaba tan muerto como el poeta Marlowe [...] que había estudiado en Bene't's College [???]'
Hablaba más o menos de eso quien escribió esas líneas cuando las escribió, era un compatriota mío, o más aún, un hombre de mi ciudad [...] Visitaba en un viaje a Lisboa el cementerio frondoso de Os Prazeres [...] y se iba fijando en los saloncillos escuetos que a través de una puerta cristalera pueden verse parcialmente en el interior de esos sepulcros, com 'unas sillas, o dos pequeños sillones tapizados frente a un velador cubierto por un mantón de encaje donde jay un libro abierto, de lecturas piadosas, la fotografía del difunto en un marco de plata, un bçucaro conunas flores inmarchitables y, en ocasiones, un cenicero'. En uno de esos saloncitos, 'que quieren ser acogedores', el viajero vió un par de zapatos, unos calcetines y un poco de ropa sucia asomando por debajo de uno de los ataúdes; en otros, unos vasos, y en otro, creía, un juego de naipes. 'A mi parecer', escribió mi paisano al respecto, 'semejante décor no tiene otro objeto que infundir un carácter familiar, habitual y confortable a la visita a los muertos, para que ésta no sea muy distinta de la que se hace a los vivos' [...]
Pero [...] descubrió 'un reloj despertador, de aquellos que se veían en las cocinas del tiempo de nuestros padres, con su campana en casquete esférico y dos pequeñas bolas por patas' [...] '¿Era
', se preguntaba, 'que, como los enterrados vivos de Poe, trataba de hacer saber al mundo de los vivos el macraboolvido que lo dejó allí ? ¿O era que para hacer llegar la medida del tiempo a aquellos sordos que lo rodeaban necesitaba ese timbre exageradp'. Y a continuación netraba en la materia fundamental, en la verdadera cuestión suscitada por aquel anticuado reloj, en apariencia el más inútil y superfluo despertador:
Tu rostro mañana. 2, Baile y sueño, de JM, p. 249-252
Continuará...
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